viernes, junio 30, 2006

¡Ay!

Ser arrastrado y estar a merced de toda pasión, hasta que mi alma se convierta en un laúd de tirantes cuerdas que vibre a todos los vientos: por esto he renunciado a mi antigua sabiduría, al austero dominio de mí mismo.
Paréceme que mi vida es un pergamino sobre el cual hubieran escrito dos veces y en el que un día de vacaciones garrapatease una mano infantil ligeras canciones para flauta y rondó, sin más efecto que profanar todo su misterio.
¡Hubo un tiempo en que hubiese yo podido hallar las cimas soleadas haciendo vibrar, entre las disonancias de la vida, una cuerda lo suficientemente sonora para llegar hasta el oído de Dios!
¿Murió ese tiempo? ¡Ay! ¿Me veré obligado por haber rozado con una ligera varita la miel de la romanza a perder todo el patrimonio que se debe a un alma?


¡Ay! - Oscar Wilde

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